Nota de lectura - Subjuntivo
En “Subjuntivo”, se utiliza al narrador en segunda persona para eclipsar
al lector en una serie de eventos que les otorgan un carácter propio a las
acciones (como si uno las estuviera realizando), para luego con el uso del
subjuntivo (valga la redundancia su nombre) poner todo en un contexto de
posibilidad, más no necesariamente de realidad o de afirmación. En sí, existen
dos planos distintos dentro de lo que es lo que nos cuenta el narrador: uno en
el cual se nos presentan todas las herramientas para que creamos que lo que
sucede no solo nos compete, sino que es desarrollado por nuestra persona. El
segundo plano es el simple y mero hecho de que este es un cuento, y, por ende,
solo es una narración, no nuestra existencia. Esta sería la línea entre lo que
sucede es nuestra vida (afirmación, realidad) y lo que sucede es un cuento
narrado (ficción, hipotético), lo que hace que al leer el escrito nos quedemos
en una suerte de “probabilidad” de ambos escenarios. Los dos momentos
diferentes en “Subjuntivo” son bien marcados, en parte por las descripciones casi
eróticas de Sasturaín en el texto, y además por el toque más serio con el cual
se narra a partir del momento en el que es llevado a la casona, como si desde
ahí pasáramos de un plano más imaginativo y surreal hacia uno más sobrio y de
incertidumbre.
Al terminar de leerlo, podemos elaborar una serie de ideas respecto a
que es lo que ocurre en la historia: primordialmente, cómo es que llego el
protagonista al lugar en el que se encuentra, y qué representan los demás
personajes a su alrededor. El primer pensamiento, y el más sencillo (al menos
para mí) es que el protagonista se encuentra constantemente en estado de
ebriedad o drogado, por lo que, durante la primera mitad del texto, no es
consciente de sus acciones, más sí de su contenido (es consciente de qué hace,
pero no de por qué lo hace, cómo lo hace, e incluso dónde lo hace). Al llegar a
buscar al protagonista aquellas personas desconocidas, la ebriedad desaparece,
para ya no comprender las cosas no por un estado de inhibición, sino porque el
mismo que ya no está, pero estuvo, desapareció información necesaria para
comprender lo que no se comprende. Realiza toda la tarea de descubrir qué
sucedió y al enterarse conoce lo que hizo, y de ahí sus consecuencias. Aún así,
no sabe quien es, ni nosotros sabemos por qué el protagonista habría de estar
ebrio o drogado, y si dichas circunstancias dependieron de sí mismo o de
alguien más. Pero se entiende que la persona a la cual “subjuntivo” (el hombre)
asesina, tuvo hábitos malos y pagó por ello.
Algo similar ocurriría con el segundo planteamiento que se me ocurre, en
el cual no está el juego una sustancia, sino la propia sanidad del
protagonista, el cual podría haber asesinado a esos dos hombres por una
cuestión de poder, y luego perder la cabeza al respecto (aunque quizás esto
mismo podría haber llevado a la ebriedad o drogadicción a la que me referí
anteriormente). Al haber hecho lo que hizo, consiguió poder y beneficios que le
otorgaron todo lo que se describe en las primeras dos páginas; pero a costa de
una posible insania del personaje. Luego todo lo que ocurre es similar a lo que
pasa en el primer escenario, con excepción de que tal vez en el primero matase
por excesos y no fuese consciente, y en el segundo si lo fuese y haya sido
intencional.
Una tercera, sin embargo, mucho más alejada idea se me pasa por la
mente.
Supongamos que pertenecieras a cierta asociación secreta en la cual los
asuntos de los que esta se ocupara fueran secretos. Un día, se te fuerza a
realizar algo que no te parece aceptable hacer, a lo cual se genera una
situación de displicencia desde la asociación hacia tu persona. Más aún, se les
ordena a personas que vos conocías, que te liquiden por tus acciones. En una
situación de defensa propia, te deshaces de esos dos cuando te van a buscar.
Debido a la conmoción o alguna situación que pudiera ser, quizás, una herida
por el altercado o algún otro factor externo, terminás en un lugar extraño, con
personas extrañas, las cuales te generan una cierta benignidad mientras se
suceden. Debido al incidente que ya no es parte de tu memoria, no podés
recordar acerca de tu persona, ni de su pasado, y el lugar en sí te atrapa y te
diluye cualquier intento de nerviosismo por la falta de información con su templanza.
De un día para el otro, se te lleva a un lugar distinto para que recuerdes lo
que hiciste, pero no por qué ni para qué lo hiciste, y tampoco para saber quien
sos o eras. Simplemente te hicieron vivir un momento de supuesta mejoría para
finalmente acabar con tu existencia, tal y como ocurre, por ejemplo, en las
descripciones de ciertos personajes en la literatura.
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