Ambrose Bierce - Antología de fábulas (análisis)
En las fábulas de Ambrose Bierce, existen distintas secciones en las que
se encuentran distribuidos los relatos. En el primero, las narraciones se
construyen a partir de situaciones típicas, que desembocan en hechos concretos
que son bastante lógicos. Son respuestas a las interrogantes planteadas al
inicio que suenan, en criterio, muy obvias o al menos posibles. La única que no
parece ser tan obvia es “la máquina voladora”, en la cual un hombre convoca a
gente a ver una máquina que vuela, pero esta se hunde en el suelo y se pierde
se vista. En este caso, se puede interpretar como si la gente no necesariamente
le diera oportunidades a aquellos que demuestran resultados, o mejor dicho que
demuestran verdaderos resultados. También podría verse como si la máquina se
hubiese perdido en el suelo, para atravesarlo por completo y en algún punto,
volar, por lo que la idea del relato no sería tan errada. El resto de las
fábulas toma un enfoque quizás poco esperado pero que tiene total sentido,
todos en ellas hacen lo que deben hacer, y no caen en trampas o mentiras que
otros personajes plantean.
La segunda parte, llamada “Aesopus Emendatus”, contiene relatos cuyas
consecuencias son extrañas, no ocurrentes en el mundo convencional, pero con
cierta lógica. Por ejemplo, en “el lobo y el cordero”, se plantea que, de una
forma u otra, el cordero va a morir y así lo ve este, sin diferenciar entre que
tan distintas son las posibilidades. El lobo, por su parte, le explica que hay
más puntos de vista, y le cuenta el suyo, en el cual no es lo mismo si él se lo
come que si lo sacrifica el sacerdote. Es muy inusual a la hora de morir,
pensar en si a alguien o algo le afecta que suceda de forma que no lo incluya,
pero tiene sentido. Otro caso es el de “el labrador y la zorra” en la cual el
primero ejecuta una acción totalmente ilógica (la quema de su campo sembrado),
solo por el odio que posee hacia un animal del que ni siquiera se deshace, como
en una demostración de frustración que no posee solución.
El tercer grupo, perteneciente a “sierras viejas con dientes nuevos”,
posee fábulas construidas a partir de situaciones menos literales, y más
metafóricas, que no hacen referencia a algo que es, sino a algo que podría ser.
Hay una falta de certeza constante en los relatos, y en sí una posible pérdida
de lógica. No se narra a partir de la descripción directa de las cosas, sino
que se entra en cierta neblina respecto al significado de algunas ideas. En
“los jóvenes y las ranas” (valga la redundancia que el título ya de por sí es
una metáfora), se habla de un grupo de directores de periódicos (los jóvenes)
que infundían determinados valores hace no tanto tiempo, y que un estadista (que
sacó la cabeza del pozo; las ranas) les pide que paren porque afecta a algunos
negocios, en una narración que implica la intención de aquellos grupos ya
establecidos que puedan mantener su poder durante la aparición de los nuevos
grupos que surgen. Otro ejemplo es el de “el asno con piel de león” donde se
construye a un personaje que parece intimidante, indestructible y sin rival,
pero que se termina volviendo lo contrario: un simple enclenque sobre el que
todos pasaban. Esto podría ser una metáfora respecto de las personas que son
duras por fuera, pero por dentro son lo opuesto, y solo a través de que se les
produzca algún tipo de quiebre se puede acceder a esa versión antagónica.
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