Escribir sin leer - Relato Propio #1

Primero que nada, cabe aclarar que mucha gente probablemente haga un punteo de momentos cúlmine en su vida respecto a la lectura: algunos lo describirán como “el momento en el que me di cuenta de que leer es uno de los placeres de la vida” o algo así; otros dirán simplemente que leyeron en tres situaciones aisladas, y se inventarán (o no) un contexto que les justifique acerca de lo que están hablando. Algunos simplemente buscarán algo que les haga completar la tarea, y listo. A mí no me interesa que escribió el resto, principalmente porque no voy a hablar de lo que ellos están hablando.

Tal vez alguien explicitó que no lee, o que lee muy poco. Sin embargo, casi todos aquellos que dijesen tal cosa también estarían pensando que rara vez escriben. Que a partir de este taller tal vez aprendan a hacer eso. Yo escribo prácticamente desde los siete, ocho años, y obviamente que leí libros. Pero si hablamos de experiencias de lectura que me hayan influido, no se si acaso esas mismas existen.

“Por qué nos dedicamos a escribir después de todo? Se nos da por ahí, ¿a causa de qué? Bien, porque antes hemos leído” Esa ya es la primera frase de algún texto que leí hasta ahora en la materia que considero una mentira. Nunca quise ser un lector que yo recuerde; de hecho, mis amigos me regalan libros y yo ni siquiera los leo. Los empiezo, porque me hace sentir mal que me los regalen y los ignore. Pero nunca los termino. Siempre quise escribir, y no leer. No es que no le vea un sentido a hacerlo (incluso considero que es algo muy interesante de hacer, más que eso; que está infravalorado), pero no leo por voluntad propia. Eso me hace acordar un poco al texto de Uhart, solo que ni siquiera llego a leer lo que quizás ella leyó (tengo veinte años, dudo que pudiese haber llegado de todas maneras, pero se entiende mi punto). En algún punto consideré que un escritor que no lee es algo grotesco. Después de algún tiempo, simplemente lo acepté.

“Para leer, hay que aprender a estar quieto” Segunda cosa que, quizás no sea una mentira, pero que explica posiblemente el hecho de que no lea. Nunca me pude quedar quieto, en un lugar, leyendo durante más de una hora, tal vez. No es mi forma de ser. Prefiero algo con lo que pueda moverme y no mirar fijamente por horas y horas, como la música. Sin embargo, escribir, si no es lo que más me gusta hacer, está entre las tres primeras cosas. No significa que si leo un texto no me guste; tranquilamente puede parecerme muy bueno. Pero nunca encontré en mi infancia y adolescencia (donde sí leía más) nada que me provocara esa fascinación, o siquiera, que fuese memorable. Puede sonar muy triste, pero lo veo más como si de alguna forma mi iniciativa a escribir haya surgido por medio de otras artes que quizás tienen que ver con la escritura, pero no son estrictamente pertinentes del uso del lenguaje. La que más posible me parece es que haya comenzado a escribir debido a la música, ya que luego de escuchar a muchos artistas musicales, empecé a componer letras para hacer luego canciones, y quizás de ahí pase al espectro literario. Probablemente, adquirí algunas cosas también de lecturas que no necesariamente eran de mi agrado; obtuve vocabulario que uno vería en textos literarios de gran (o no gran) calibre y algo de iniciativa para escribir. Porque no es rara una persona que lee y no escribe, pero sí una que no lea, pero escriba.

Honestamente, de todos los grandes autores argentinos (y extranjeros) habré leído muchísimo menos del uno por ciento. Lo representaría con una fracción tan minúscula que dolería escribirla. Conozco a los autores de escuchar sus nombres, y de sus obras casi todas más que el título de ellas no tengo ni la más mínima idea. Lo único con lo que concuerdo y que es fundamental tanto para leer como para escribir es que hay estar quieto, pero al mismo tiempo en movimiento.


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